jueves, agosto 16, 2007

...

... nuestras manos permanecieron unidas como mucho diez segundos, pero a mí me parecieron treinta minutos. Y cuando me soltó, deseé que el contacto no se hubiera interrumpido... pero en aquellos cinco dedos y en aquella palma, se concentraban, como en un catálogo, todas las cosas que yo quería saber, todas las cosas que tenía que saber...

Haruki Murakami, Al sur de la frontera, al oeste del Sol.